C'est moi



Je veux de l'amour, de la joie, de la bonne humeur... découvrir ma liberté... bienvenue dans ma realité.

domingo, 18 de enero de 2009

Gente

¡Qué difícil es crecer! Cuando se deja la niñez atrás y se empiezan a tener más responsabilidades de adulto todo se complica. Más allá de las complicaciones, también empezamos a descubrir nuevos aspectos de la vida y de nuestros alrededores. Uno de mis descubrimientos más recientes, y una gran decepción de paso, fue ver que una de mis canciones favoritas de chiquita es una gran mentira. No me gusta ser pesimista ni negativa, pero hay veces en que se puede decir todo menos “viva la gente”. Recuerdo que esa canción me fascinaba de chiquita y, además, le encontraba un gran significado. “Con más gente a favor de gente en cada pueblo y nación, habría menos gente difícil y más gente con corazón.”

Definitivamente hay más gente, más gente y mucha más gente en cualquier lugar al que volteemos; en donde vivo, por lo menos, ya se ha vuelto una situación casi intolerable. Tristemente toda esa “más gente” no está a favor de la gente, por lo tanto, son más difíciles y tal parece que en su corazón sólo caben ellos mismos. El egoísmo se ha apoderado de nosotros y peor aún cuando estamos en el tráfico, en el súper o en cualquier lugar que dé la oportunidad de ponernos vivos y ganarle al que está en frente. Sería interesante contar las veces en las que estando en la calle, haciendo mi rutina normal (y, a veces, cosas no tan rutinarias), pienso “no es posible”. Aun sin haber contado, podría apostar que son muchísimas por día, por hora.

El otro día, justo a la mitad de la temporada navideña, tuve que ir al súper a comprar un par de cosas para una reunión en mi casa; jamás había hecho tantos corajes por minuto y me había tomado tanto tiempo comprar unos refrescos, un par de botellas, unas salchichas y un par de quesos. Bastó estar en el súper cinco minutos para que mi carrito (que ya llevaba cosas adentro) desapareciera. A la vuelta de donde lo había dejado había una mujer echándole cosas muy campantemente; cuando le dije que era mío, sólo puso cara de idiota diciendo que como lo vio ahí creyó que no era de nadie. Obviamente estaba “ahí”; uno no puede ir con el carrito por todos los pasillos debido a que más gente toma la ida al súper como un plácido paseo sabatino en el que caminan lentamente deteniéndose a pensar sobre la inmortalidad del cangrejo a medio pasillo, cada dos pasos. Cuando mi mal humor no podía aumentar más, una señora decidió que era buena idea casi atropellarme con su carrito para después dejarme encerrada entre ella y el mostrador de jamones; me dejó claro que había sido mi culpa (cómo no se me ocurrió volar en vez de caminar por la orillita buscando unas salchichas).

Esto no pretende ser una crónica, pero consideré necesario narrar esa breve pero emocionante experiencia para hacer mi punto: las personas no piensan más que en ellas mismas. No se trata de que todos seamos hermanas de la caridad, seamos realistas; pero si usáramos un poco el cerebro, el sentido común por lo menos, sería más fácil ver que si me empeño en pasar primero, ni yo ni nadie va a pasar. Tampoco creo estarle pidiendo peras al olmo, sino simplemente que sigamos reglas básicas de convivencia social: algo así como que el rojo significa alto, para que los que tienen verde puedan avanzar; o algo así como que si me equivoque de carril no voy a detener todo el tráfico de los tres carriles a mi izquierda para darme una vuelta en U que está prohibida; o algo así como no pararme en triple fila para que mi hijo de secundaria se suba al coche sin caminar diez metros más; o algo así como no hacerle la parada al camión justo donde estoy porque fui incapaz de caminar diez metros hacia el lugar donde hizo la última parada; o algo así como hacer fila cuando hay que hacerla, tener paciencia cuando hay que tenerla y recordar un poco las clases de civismo de primaria.

Cada vez somos, y seremos, más. Creo que es buen momento de empezar a comportarnos como seres humanos un poco civilizados y no empeñarnos en vivir casi en un estado de naturaleza hobbesiano. Está bien si queremos seguir siendo egoístas y viendo el mundo sólo a nuestra conveniencia; pero pensemos que la forma en que nos comportamos actualmente no es buena ni para nosotros. Con nuestras actitudes sólo logramos destrozarnos el hígado, lastimarnos los oídos y, lo peor, educar de esa forma a nuestros hijos… de verdad ¿queremos eso?

1 comentario:

  1. El ser humano (oh my god!!!) ha perdido su humanidad -- válgame la rebusnancia... ¿Qué podemos hacer al respecto?, mucho; y ¿qué vamos a hacer al respecto?, probablemente nada. Y es sencillo, no nos reconocemos ya como iguales (osease humanos). ¿Cuántas veces hemos escuchado frases como: "¿Por qué me hablas así, crees que somos iguales?"? Y así nos consideramos, distintos, entes disímiles que comparten un país, un mundo o una realidad. Mientras no exista esta reconcialiación de autoconciencias, creo que seguiremos destinados a decir "no es posible" 31.57 veces por minuto.

    ¡¡¡No te amo!!!

    ResponderEliminar

Visiones compartidas