C'est moi



Je veux de l'amour, de la joie, de la bonne humeur... découvrir ma liberté... bienvenue dans ma realité.

lunes, 12 de abril de 2010

Quand vous irez en France...

Hay muchas cosas que se deben saber antes de ir a Francia. En primer lugar, sepa usted que aún cuando no tengan mucho que ofrecer, los franceses siempre tendrán una buena botella de vino que sacarán de la cava en su honor… Nunca olvide que es la última, incluso si no es verdad. Los franceses siempre han considerado a los ingleses como sus aliados naturales, lo mismo que las francesas; pero si cree que ellas irán a la cama con usted después de un endiablado cancán, prepárese para llevarse grandes decepciones. Las francesas están lejos de ser tímidas, tanto las jóvenes como las más grandecitas, y usted podrá fácilmente ganar su amistad, la cual no deberá confundir con algo más.


No vaya usted a creer que a los franceses no les gustan los extranjeros: antes de la [segunda] guerra había 3 millones de ellos entre los 39 millones de franceses. Esto, sin embargo, no significa que los franceses se interesen mucho en “el otro”; de hecho, lo que más les interesa es la France, persuadidos de que es un gran país con una civilización avanzada.


Vaya deshaciéndose de la idea del “típico francés”, pues si usted los conoce por vez primera en el norte del país creerá que todos son serios y callados; mientras que si su punto de desembarque es el sur, creerá que son habladores y ruidosos.


Su presidente reina como un rey, salvo que sí es elegido. Completamente inútil que usted intente conocer los partidos políticos pues al poco tiempo habrán cambiado de nombre y emblema. Los franceses están dispuestos a todo con tal de defender sus libertades políticas e individuales; están completamente apegados a los valores republicanos, sobre todo a la “libertad” y la “igualdad”, en detrimento de la “fraternidad”. Este famoso slogan no ha hecho más que reducir el snobismo social al mínimo, pues cada francés se siente tan valioso como su vecino y se considerará insultado si un extranjero no se dirige a él con un “monsieur”. Para ellos, el orgullo nacional no excluye en forma alguna la lealtad regional.


Los franceses gastan menos que otros en la decoración de sus hogares, pero de cualquier forma se vive mejor con ellos gracias a su talento culinario. Los espacios de sus departamentos suelen ser muy pequeños, lo cual les importa poco pues pasan sus días en el café.


No se preocupe cuando vea a dos personas hablando enérgicamente: se trata de intelectuales intercambiando sus puntos de vista sobre diversas ideas abstractas; la violencia no es más que superficial, pues en el fondo son la tolerancia misma… salvo cuando se trata de ponerse frente a las autoridades. Los franceses, por principio, no obedecen las reglas e indicaciones de cualquiera que porte un uniforme, porque de hacerlo estarían atentando contra su libre albedrío.


Si usted organiza un partido de futbol no olvide invitar al señor alcalde del pueblo; él es el único capaz de resolver las controversias sobre los boletos de entrada y la circulación para llegar al estadio. Si lo que quiere es hacerse de amigos en la región, mejor organice una carrera de bicicletas. Y en cuanto a los juegos de cartas, no se sorprenda si encuentra que los franceses alcanzan un estado máximo de ansiedad y excitación.


Los soldados británicos que desembarcaron en Normandía recibieron estos consejos en un panfleto llamado Instructions for British Servicemen in France 1944, el cual acaba de ser editado por la Universidad de Oxford. Es el tipo de libro que solemos encontrar junto a la caja en las librerías. Ahí es donde yo lo encontré, hace unas semanas, en Hatchard’s [Atchags, según lo pronunciarían los franceses] en Londres, al tiempo que el vendedor decía “Usted verá, es aún muy útil”… (Pierre Assouline, Le Monde, 10 de diciembre de 2006).


Es un texto que me dieron en mi clase de francés para leer y analizar. Decidí traducirlo y compartirlo pues resulta que sí, aún es muy útil… Los que hayan tenido la oportunidad de “convivir” con los franceses no me dejarán mentir; y los que aún no han tenido el gusto, ya tienen unas cuantas recomendaciones a seguir para ese primer encuentro.