Hay sueños que parecen realidad… y hay realidades que parecen sueño. Hoy quiero hablar de las segundas… de esos momentos que confunden e inquietan, pues da miedo despertar y ver que efectivamente todo era sueño. Sabemos que es real, pero es tan bueno que sigue dando miedo creerlo, vivirlo, disfrutarlo; es cuando decimos “too good to be true”. A veces el mundo decide ponerse de nuestro lado y no sólo facilitar las cosas sino, además, embellecerlas y perfeccionarlas…
Mi ciudad favorita, el escenario perfecto, la compañía ideal, la música adecuada, un encuentro azaroso y una divertida persecución, una velada increíble y dos palabras incomprensibles que desde ese momento empezaron a tener un significado especial. Uno, dos, tres, cuatro días maravillosos, una foto que no ha conseguido ser tomada, infinidad de pláticas y errores fonéticos, pizzas, crepas, cafés y libros… y la luz de la Torre de testigo. Lo pellizco, me pellizca… no es un sueño, pero sigue costando trabajo creerlo.
El problema de esta realidad es que parece volar y me horroriza pensar que se puede escapar de mis manos sin siquiera haberla disfrutado lo suficiente.
Mi ciudad favorita, el escenario perfecto, la compañía ideal, la música adecuada, un encuentro azaroso y una divertida persecución, una velada increíble y dos palabras incomprensibles que desde ese momento empezaron a tener un significado especial. Uno, dos, tres, cuatro días maravillosos, una foto que no ha conseguido ser tomada, infinidad de pláticas y errores fonéticos, pizzas, crepas, cafés y libros… y la luz de la Torre de testigo. Lo pellizco, me pellizca… no es un sueño, pero sigue costando trabajo creerlo.
El problema de esta realidad es que parece volar y me horroriza pensar que se puede escapar de mis manos sin siquiera haberla disfrutado lo suficiente.