C'est moi



Je veux de l'amour, de la joie, de la bonne humeur... découvrir ma liberté... bienvenue dans ma realité.

lunes, 25 de enero de 2010

La familia no se escoge


Se supone que la familia es el núcleo básico de la sociedad; el grupo mínimo en el que nos desarrollamos y damos nuestros primeros pasos para enfrentarnos al gran monstruo social que nos espera tras la puerta y que se vuelve más grande conforme crecemos. La familia suele ser el principio y el final… de donde partimos y a donde siempre regresamos. Y, sin embargo, hay infinidad de historias familiares que involucran pleitos, separaciones, odio (dicen) y, probablemente con el tiempo, situaciones irremediables, incluso si hay arrepentimiento de por medio.

La fiestas de diciembre siempre me hacen pensar sobre la familia y, sobre todo, las personas que están solas y que no tienen a nadie con quien celebrar, a quien dar un regalo, a quien esperar para cenar, a quien abrazar y desear que el año que viene sea mejor. Este año hubo un cambio de escenario en la rutina de mis festividades y nuevas preguntas empezaron a rondar por mi cabeza. La nieta que ya no le habla a la abuela, la abuela que no sabe que tiene otro bisnieto, la hija gritando a la mamá, las hermanas diciendo que no soportan al hermano, el hermano diciendo que las hermanas deben madurar.

La familia es, también, el lugar donde aprendemos a pelear y a molestar al de junto, a ser pacientes cuando nos molestan y a defender nuestros puntos de vista… nos conocemos, descubrimos nuestra esencia y el núcleo familiar suele ser el primer obstáculo a vencer cuando se trata de que el mundo acepte lo que hemos decidido que somos. ¿Qué pasa cuando nos brincamos ese primer obstáculo? ¿Qué sigue cuando decidimos, erróneamente muchas veces, que no podemos confiar en nuestros familiares? ¿Qué podemos esperar cuando dejamos de hablarles a todas esas personas que se suponen son las únicas en el planeta que siempre estarán ahí para nosotros?

Y luego, en la soledad, en la lejanía, cuando no hay una sola persona a quien recurrir, cuando todo es extraño y ajeno, uno piensa aún más en la familia… he pensado mucho en ello últimamente. No se puede negar que hay momentos en que nos desesperan, que sentimos que nadie dentro de ella nos comprende; hay veces en que queremos que nos dejen en paz, que nos den nuestro espacio, que dejen de meterse en nuestras vidas. Pero entonces llegan las circunstancias en que se extraña tener a alguien encima de nosotros diciéndonos qué hacer y qué no hacer, opinando sobre nuestras vidas, aconsejando, molestando y hasta regañando.

La verdad es, creo, que por más que nos quejemos y a veces queramos negarlo, la familia es lo único que tenemos asegurado (con suerte) para toda nuestra vida… no importa cuántas veces la caguemos, siempre podremos regresar con la cola entre las patas y encontrar unos brazos abiertos dispuestos a recibirnos sin cuestionar nada. Dicen que las cosas no se aprecian hasta que se pierden… ¡y qué cierto es! Al final, estar lejos de la familia es una experiencia más de la que podemos aprender mucho. Y con todo esto en la cabeza, sigo sin entender cómo puede haber familias que acaban peleadas de por vida, sin volverse a dirigir la palabra y afirmando odiarse con todas las ganas posibles.

La familia, efectivamente, no se escoge… lidiar con ello es una condición necesario de la vida. Pero, con todo y las subidas y bajadas, a pesar de los amigos que pueden ser casi hermanos y sin importar los pleitos y desacuerdos, nunca dejará de ser nuestro punto de salida y llegada en este constante caminar por el mundo.


Nuevo año... más experiencias

Sí, lo sé… ya ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que escribí algo por aquí. Pero las fechas decembrinas, el final de semestre, la preparación de un viaje y miles de cosas más, inhibieron la inspiración y consumieron el tiempo para sentarse a reflexionar. Sin embargo, durante las últimas semanas me he enfrentado a diversas situaciones que me han devuelto la inspiración… reflexiones con las que pretendo empezar un nuevo año en este espacio… puede que sea un poco más personal, puede que no. Lo que sigue y seguirá siendo una constante es mi forma de ver el mundo, la manera en que me enfrento a él y las ideas locas que cruzan mi cabeza en el camino.