C'est moi



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jueves, 1 de enero de 2009

El mundo y yo

A principios del siglo pasado, Albert Einstein desarrolló su teoría de la relatividad. No soy física ni entiendo de esas cosas, nunca he sido verdaderamente buena en ello; sin embargo, entiendo lo que “relativo” significa. De cualquier forma y para estar segura, decidí consultar el diccionario. La Real Academia de la Lengua Española dice que algo relativo es aquello que “guarda relación con alguien o con algo.” Aunque no sé si, como dicen por ahí, “todo es relativo”, creo que muchas cosas sólo pueden verse de esa forma. Muchos son los conceptos que, para entenderlos, es necesario apreciar como algo relativo; el poder, por ejemplo, no puede entenderse a menos que se especifique poder de quién, sobre qué, en qué términos, con qué fines y a qué costo. La confianza, los logros, los sueños, las derrotas, las virtudes, los defectos, la alegría, la tristeza, los celos, las enseñanzas, el odio, el desamor, el amor… sólo pueden apreciarse verdaderamente en términos relativos. ¿De qué sirve ser feliz si no es con respecto a algo o a alguien? ¿De qué sirve cumplir un sueño si no se comparte? ¿Cuál es la utilidad de estar llena de amor si no es hacia alguien o hacia algo?

La vida, creo, es todo menos absoluta. La vida no es “mi vida”, no es lo que me pase a “mí”, no es lo que “yo” sienta, no es lo que “yo” piense. Todo lo contrario, la vida (mi vida) y todo lo que suceda en ella se define mediante relaciones. No se trata de un camino en el que se vaya sin compañía, sino de un largo sendero en el que se avanza junto con muchas otras personas, aunque no sean siempre las mismas. Eso que llamamos vida no es sólo nacer, alimentarse, crecer, reproducirse y morir (como nos lo enseñan en primaria), sino una serie de experiencias comunes que involucran a más de uno y que, definitivamente, los relacionan y afectan, de una u otra forma. Así, creo que en vez de llamar “vida” a eso que pasa entre el nacimiento y la muerte, puede ser más atinado llamarlo “el paso por el mundo”… así es como he decidido verlo.

El 2008 fue un año alegre, satisfactorio, lleno de amor y de enseñanzas, pero, también, triste, difícil, con lágrimas y lleno de retos. En un largo proceso de reflexión, decidí que todo lo que pasó (o no pasó) no me involucra sólo a mí, no es enteramente gracias a mí o enteramente mi culpa; se trata, más bien, de la forma en que decidí caminar, del recorrido que decidí seguir, de lo que decidí hacer, de lo decidí dejar de hacer, de lo que dije y lo que no dije, pero siempre frente al mundo, siempre frente a las personas y circunstancias que aparecían ante mí. Muchas veces sentí al mundo sobre mis hombros, sentí que conspiraba en mi contra; muchas veces sentí que el mundo se coordinaba para hacerme feliz. Siempre fui yo en el mundo… no sólo yo.

Y no digo que “el paso por el mundo” sea algo fuera de nuestro control, determinado, única y exclusivamente, por factores externos. Simplemente, es relativo. Es por ello que, con el impulso de seguir reflexionando en este 2009 que comienza, decidí abrir este espacio. No soy una persona de hábitos ni rutinas, puede que esto se quede con una sola entrada, pero no lo puedo saber. Sólo sé que esto es algo que quería hacer y que, por la forma en que me enfrenté al mundo en el último año (o la forma en la que el mundo se enfrentó conmigo), decidí que quería compartir aquellos pensamientos que entraran en mi cabeza en este camino que no dejo de recorrer.

Finalmente, seguiré diciendo que a veces el mundo conspira en mi contra, otras me apoya y siempre, junto con la persona más importante para mí, podré decir: tú y yo contra el mundo.

2 comentarios:

  1. A veces el mundo parece efectivamente que conspira en nuestra contra, pero acuerdate que en este paso por el mundo siempre contaras con tus amigas, pase lo que pase.

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  2. Si el mundo te da la espalda... agarrale o picale las nalgas

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