C'est moi



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domingo, 11 de enero de 2009

Cuidado: celos trabajando

Situación hipotética: Juanita se hace muy amiga de Pepito en muy poco tiempo; tal parece que eran justo lo que necesitaban en ese momento de sus vidas. Pepito es novio de Fernandita desde hace mucho tiempo, muchos días maravillosos que ninguno quisiera perder. Fernandita no tolera a Juanita, mucho menos, la cercana relación que tiene con Pepito, los chistes, los mensajes, los apodos, las sonrisas. Sí, puede ser, Fernandita está celosa; también, puede ser, que esté conciente de que no hay motivos suficientes para justificar sus celos. Pero Fernandita, como buena mujer, está llena de sentimientos que no puede explicar (celos incluidos) y parece que a Pepito le cuesta trabajo entenderlo. Juanita insiste en ser amiga de Pepito, incluso, sabiendo que eso está perjudicando los días maravillosos que ha habido entre él y Fernandita. Fernandita, por su parte, se da lástima a sí misma por las cosas que ha pensado y ha hecho llevada por los celos… justificados o no, ahí están y son muy malos consejeros.

Solución: no puedo pensar en ninguna… al menos ninguna satisfactoria para las tres esquinas del triángulo. Probablemente, alguno de los tres tendría que hacer un sacrificio. ¿Quién está verdaderamente dispuesto a hacerlo? ¿La amistad y el amor requieren de sacrificios? ¿Qué sacrificios? ¿Qué tan grandes?

Nuevamente, me veo en la necesidad de citar a la Real Academia de la Lengua Española: estar celoso significa sospechar que la persona amada mude su cariño; es decir, sentir que ese cariño que nos pertenece (o que queremos que nos pertenezca) pueda ser alcanzado por alguien más. No estoy muy segura de aceptar esta definición. Los celos no tienen que ver sólo con el amor. Muchas veces estamos seguros de tener el amor y el cariño de la persona que amamos, sin embargo, puede haber dudas o miedo en el momento que hay que compartirlo con extraños (amigos, familia, escuela, trabajo). ¿Siguen siendo celos o se trata de una malsana obsesión loca-posesiva? En cualquier caso, se trata de sensaciones muy peligrosas.

Los celos, o lo que sea que son, como buen sentimiento, no se piensan, no se explican, no se controlan… sólo se sienten. Esa sensación impide comer, pensar, dormir, sonreír, disfrutar. Esa sensación impide vivir. Los celos pueden ser tan fuertes que se apoderen completamente de una persona; pueden, casi, cobrar vida propia y conducir toda acción y pensamiento de quien los siente. El celoso (o la celosa) puede descubrirse a sí mismo haciendo cosas verdaderamente patéticas y que toda su vida había criticado; puede convertirse en uno de esos seres enfermos por los que tanta lástima había sentido en el pasado. Los celos enojan y lastiman; provocan lágrimas y secan el cuerpo; hacen ruido y, lo peor de todo, se convierten en algo constante, como una enfermedad crónica contra la que no se puede luchar, un bicho en el organismo que se rehúsa a salir.

Si el celoso no puede entender o explicar lo que siente, sería casi imposible pedir que el mundo lo hiciera. Y, que quede claro, no es culpa del celoso. Creo que no es culpa de nadie. Así como no se le echa la culpa a nadie cuando se siente amor, tampoco se puede buscar culpables cuando se sienten celos. ¿Quién va a vencer: el amor o los celos? Por lo general me gusta pensar que el amor es suficiente y todo lo puede, pero… (no sé cómo terminar la oración.)

1 comentario:

  1. Prima, debo decir que me hice bolas... Al mismo tiempo he de decirte que los celos vienen con el amor, son como el predial al comprar una casa o la tenencia al adquirir un coche. En pocas palabras: un mal necesario.

    La otra cosa que podemos hacer, es que me presenten a la amiga, la distraigo , y los novios felices como si nada. ¿Te late?

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