C'est moi



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miércoles, 7 de enero de 2009

Contra el sufrimiento

Un banner en la revista electrónica en la que publica una persona muy especial para mí decía: “pare de sufrir; deje de pensar”. Creo que me sentí identificada, y por muchas razones. Muchas veces me ha pasado que no puedo dormir, no puedo leer, no puedo manejar, no puedo hablar, no puedo dejar de sufrir por la cantidad de ruido en mi cabeza.

El otro día, en un estado crítico, intenté algo nuevo: subirle al radio. Justo cuando empezaba a funcionar y lograba no concentrarme en nada más que en cantar canciones de los noventa, mi cerebro decidió que aún tenía capacidad para aumentar sus decibeles. Solución: más volumen al radio. Y así fue hasta que el que se rindió fue el radio (de mi coche) pues vibraba todo, se escuchaban crujir las bocinas y las canciones que intentaban ser terapia empezaban a distorsionarse.

¿Qué tan poderoso es el cerebro humano? Me queda claro que es capaz de cosas grandiosas, maravillas impresionantes, inventos revolucionarios y una que otra estupidez (incluso sin alcohol de por medio). Pero muchas veces es malévolo, traicionero y macabro. Esas son las veces en las que dan ganas de tener un switch on/off, con el que pudiéramos dejar de pensar y, de acuerdo al banner, de sufrir. O, por lo menos, alguna forma de ordenarlo un poco, de poder escuchar una voz (o ruido) a la vez. De esta forma, si bien seguiríamos pensando, podríamos pensar mejor y, con suerte, dejar de sufrir. De cualquier forma, entre switch y cajones archiveros, me inclino por el switch.

Tristemente, ambas opciones están fuera de la anatomía humana; habrá que buscar nuevas soluciones, de preferencia, que no incluyan sustancias químicas, alcohólicas o cochinadas parecidas. El radio, creí, sería buena opción, pero parece que no. Creo que es intrínseco al ser humano pensar, y pensar, y pensar y seguir pensando. Finalmente, eso, se supone, nos distingue dentro de toda la naturaleza (aunque aún tengo mis dudas).

Entonces, ¿estamos condenados a sufrir? Siempre estará el chocolate… los dentistas dejarán de sufrir.

2 comentarios:

  1. Fíjate qué curioso: No se me habría ocurrido que, a tal grado, a veces necesitamos desconectarnos del exterior (si eso puede ser una definición de la acción de pensar) para reconectarnos al interior. Cuando leí la frase con la que abres pensé de inmediato en lo sencilla y cómoda que es la ignorancia. Ya sabes, el clásico "no me informo, no me entero, no pienso, no reflexiono, porque me da flojera el exterior". Después pensé que no ibas del todo por esa vía, pero cierras justo como me lo habría imaginado: pensar es intrínseco. Así que yo no relacionaría pensamiento/reflexión con sufrimiento porque así es la vida, qué le vamos a hacer. Eso sí, ¡el chocolate es un excelente paliativo al sufrimiento!

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  2. Prima, prima, prima... Las pocas personas que no podemos poner la mente en blanco estamos en vías de extinción. Cualquier persona, de esas que ahora se hacen llamar normal, sólo se sientan a ver la tele y asunto terminado. Adiós a los traumas y preocupaciones. Antes se usaba ir a misa, salir a admirar el atardecer, ir a la plaza a ver cómo y quiénes pasaban y mil cosas más. Es abrumador el no poder dejar de pensar. Lo sé. Pero también sé que muchas de las mejores idead que uno puede llegar a tener, nos vienen a la mente cuando estamos pensando en otra cosa, así que, no es tan malo.
    O puedes hacer lo que yo estoy haciendo: Planeando cómo y a dónde irme a vivir a una playita y olvidarme de mis alergias causadas por la contaminación del aire. Tendré que aprender a trepar palmeras.

    No esperes al día en que pares de sufrir, porque cuando llegues sabrás que estás muerta

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