C'est moi



Je veux de l'amour, de la joie, de la bonne humeur... découvrir ma liberté... bienvenue dans ma realité.

jueves, 26 de marzo de 2009

Extraño, real y reconfortante

Volvemos, espero que por última vez, a las situaciones hipotéticas.

Fernandita se alejó lentamente del grupo en donde se encontraban Pepito y Juanita en amena plática; se había despedido de él con desgano y a ella ni la había volteado a ver. Caminaba por un camino oscuro, tratando de mantenerse entera, por lo menos hasta que llegara a la soledad de su coche, donde podría desmoronarse a gusto. Mientras su cuerpo parecía fuerte, su corazón se encogía al mínimo y por su mente cruzaban todas las groserías que se le podían ocurrir en ese momento. Al subirse al coche, Fernandita encendió el radio a todo volumen y puso el disco en su canción favorita: “I don’t wanna be the blame, not anymore. It’s your turn, so take a seat we’re settling the final score.” Al escuchar esas palabras, decidió que las haría su filosofía: dejaría ir su sentimiento mierda y de culpabilidad y empezaría a ver que Pepito no resultó ser una hermana de la caridad. En ese momento, lo único que quería era hablar con una persona… sólo con ella, con la que menos se hubiera imaginado, con la que jamás había cruzado una sola palabra, pero con la que ese día se había establecido un nuevo lazo. Fernandita sabía que sólo esa persona podría entenderla, pues había transitado el mismo sendero un tiempo atrás. Ambas habían descubierto y aceptado que las culpas no eran suyas, sino de él. Fernandita descubrió que había patrones muy claros en la vida de Pepito, patrones en los que ella había terminado involucrada y, ahora, sólo una persona podría comprenderla y ayudarla a salir del vacío.

¿Se puede extrañar a una persona con la nunca se ha estado? ¿Se puede tener una necesidad urgente de hablar con alguien con quien nunca se ha cruzado una sola palabra? ¿Cómo explicar una sensación tan extraña y un cambio tan súbito en el pensamiento? Me queda claro que la vida suele darnos sorpresas muy grandes cuando menos las esperamos, pero cuando más las necesitamos. Ayer, en definitiva, fue un día muy extraño en el mundo blog: mientras la lectura de uno me tiró al suelo, la lectura de otro (cuya autora, inteligentemente, sabía que yo leería) me devolvió un rayo de esperanza. Del primer blog, de la saña con la que parece haberse escrito y de la historia tan bizarra que parece contar no voy a hablar, pues no tiene caso y no pretendo darle importancia. Es el segundo blog el que volteó mi vida en dos segundos, el que sí merece mi atención.

Es extraño darse cuenta que la vida puede voltearse súbitamente, completamente, de cabeza; la persona que suponíamos odiar se convierte en aquella con la que queremos hablar; la persona que amábamos se convierte en la memoria que necesitamos guardar en un cajón que no volveremos a abrir en mucho tiempo. Y, una vez más, se confirma la existencia de ese universo femenino que los hombres jamás lograrán entender. Sólo las mujeres pueden entender ciertas cosas y, además, reírse juntas de la cara de confusión del sexo masculino ante situaciones inverosímiles.

La vida cambia, y son esos cambios los que la hacen tan complicada y divertida a la vez… y en días como hoy, verdaderamente reconfortante. En días como hoy, como cualquier otro, uno se da cuenta que, a veces, las primeras impresiones no son lo más importantes; que las referencias que nos den de una persona nunca deben tomarse como ciertas y que, mejor, hay que darnos la oportunidad de hacer nuestro juicio propio; que si un problema no es nuestro, no debemos hacerlo nuestro, pues es un juego en el que nadie gana; que, además de los amigos, siempre puede haber más personas que nos entienden y tienen empatía con nosotros; que el perdón y un “borrón y cuenta nueva” puede ser verdaderamente revitalizador y que, no importa lo impensable de una situación, todo puede suceder.

Creo que hoy inicia un nuevo capítulo en mi vida. No puedo esperar que todo sea perfecto de un día para otro, pero sí puedo repetir que estoy abierta a lo que venga, con esta nueva madurez que he descubierto y con un nuevo ánimo de hacer las cosas un poco mejor. Nuevamente, un fracaso me ha ayudado a confirmar que los amigos valen más que cualquier cosa y que es sin ellos sin los que no podríamos vivir… el amor viene y va, los amigos permanecen y, con suerte, aparecen nuevas amistades con personas con las que tenemos más cosas en común de las que alguna vez quisimos aceptar… “las piedras rodando se encuentran” o, tal vez, se encuentran quienes tropiezan con la misma piedra… c’est la vie!

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