C'est moi



Je veux de l'amour, de la joie, de la bonne humeur... découvrir ma liberté... bienvenue dans ma realité.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Love hurts...

El otro día, en un largo y divertido recorrido por Reforma, tuve una plática interesante con una persona con la que últimamente tengo muchas pláticas interesantes; fue de esas pláticas llenas de argumentos encontrados que suelen quedarse en mi cabeza, dar vueltas por un rato y terminar aquí, en una entrada que busca ordenar las conclusiones a las que llegué en el proceso de reflexión. El tema, el amor (¡vaya novedad!); los argumentos; las diferentes formas que hay de verlo y de vivirlo, cómo controlar las emociones y cómo expresar los sentimientos; la conclusión (al menos la mía), soy y seguiré siendo una idealista empedernida e ingenua, pero así me gusta.


Así como un americanista y un chiva nunca lograrán ponerse de acuerdo, resulta casi imposible que alguien concuerde con mi visión del amor, sobre todo si el debate involucra a un realista de un lado de la mesa, y a una idealista del otro. Dentro de las múltiples ideas que surgieron en la plática, hubo una sobre la que me quedé pensando. Resulta que, desde mi punto de vista y de alguna manera muy retorcida, el sufrimiento es parte esencial del amor. Amar a veces duele, y muchas veces sabemos que va a doler… Pero es parte de la experiencia, de sentirla en todas sus facetas y hasta de disfrutarla y aprender de ella. Una lágrima derramada por amor es, en definitiva, diferente y hasta cierto punto especial.


El argumento contrario es que el ser humano busca la seguridad y supervivencia por instinto, lo que forzosamente debe conducirlo a evitar experiencias que lo hagan sufrir, que lo vayan a lastimar. La típica situación de “pégame, pero no me dejes” resulta lo más irracional e inverosímil para quienes defienden esta postura. Efectivamente tiene todo el sentido del mundo preguntarse qué rayos hace una mujer permaneciendo junto con un hombre que le pega y la maltrata; sin embargo, muchas veces la respuesta “lo amo, a pesar de todo” tiene cabida en este escenario. Y, aclaro, no es que esté a favor de la violencia o que justifique a quien permite que la lastimen, humillen o denigren; simplemente creo que muchas veces es casi imposible ser completamente racionales.


Ya lo había dicho alguna vez en otra entrada, el amor no se piensa, no se planea, no se racionaliza, sino que se siente… y punto. Y sí, muchas veces terminamos enamorándonos de la persona incorrecta, de alguien que sabemos perfectamente que no es la indicada para nosotros, de quien tiene mala fama y podemos advertir con anticipación cómo será el golpe. Y aún así nos enamoramos. Es en ese punto en donde entra, si uno quiere, la parte racional de decidir estar o no con esa persona; pero eso no es, en forma alguna, controlar el amor que sentimos, sino simplemente decidir qué haremos al respecto: entregar el corazón, advertidos de las posibilidades de que nos lo devuelvan en cachitos, o alejarnos con paso firme, intentando no mirar y arrepentirnos de no habernos dado la oportunidad. Y ambas opciones duelen.


Probablemente sea una tontería y el más grande atentado contra la racionalidad de supervivencia, pero no me imagino otra forma de ver, sentir y vivir el amor. Me rehúso completamente a tomarlo a ligera y abandonar el juego cuando empiece a ponerse serio y exista la mínima posibilidad de salir lastimada. He llorado muchas veces por amor y sé que volveré a hacerlo, pero no por ello dejaré de enamorarme una y otra vez. Me rehúso a convertirme en alguien que camine por la vida tomando y dejando lo que puede, sin darse la oportunidad de entregarlo y recibirlo todo en el camino. Me niego, rotundamente, a renunciar al amor, a la idea del príncipe azul y a la ilusión de encontrar a la media naranja, la cual nunca será alguien que embone perfecto en mi rompecabezas, pero sí quien lo completamente de una forma casi perfecta y, sobre todo, divertida.


El amor duele y puede doler mucho… y aunque es uno de los dolores más horribles que he experimentado y para el cual no hay analgésico, creo que es algo que un ser humano, necesariamente, debe experimentar una, dos, tres… muchas veces en su vida, si en verdad quiere llamarse humano.


PS: y no, no estoy de emo, ni soy masoquista, ni creo que sólo haya dolor en el amor. Y sí, esta entrada lleva una clara dedicatoria.



1 comentario:

  1. Es la primera vez que te leo y me siento muy identificada con tu postura. Sí duele y da miedo, pero el no entregarte a vivir la experiencia por completo, te aleja de las pasiones que nos hacen sentir vivos. Claro, es bueno aferrarte y sufrir por un tiempo, pero porque existe la mínima posibilidad de que al final, ésta sea la excepción y no te entreguen el corazón hecho cachitos. Si ya te das cuenta que ya son muchas lágrimas derramadas y no ves para dónde, es mejor retirarte, pero porque sabes que perdiste una batalla y no la guerra. Allá fuera está nuestro príncipe azul, ya verás.
    Muchos besos! atte Krizia

    ResponderEliminar

Visiones compartidas