C'est moi



Je veux de l'amour, de la joie, de la bonne humeur... découvrir ma liberté... bienvenue dans ma realité.

lunes, 22 de marzo de 2010

Welcome to adulthood

Una amiga me recomendó leer un artículo del New York Times con el cual me identifiqué de forma impresionante. Probablemente si lo hubiera leído hace una semana me hubiera parecido bueno o incluso cómico, sin embargo, hoy me pareció completamente una realidad… y no sé si me gusta saber que últimamente me encuentro en esa etapa de la vida donde las relaciones no se buscan ni se construyen, donde no hay primeras citas, donde la espontaneidad rige los encuentros amorosos y donde “la amistad evoluciona hacia un encuentro sexual y regresa a la amistad al día siguiente”. ¿Se trata de un cambio generalizado sobre la concepción del amor? ¿El siglo XXI, la tecnología, las nuevas preocupaciones y el acelerado ritmo de vida nos impiden tener relaciones estables y formales? O más bien, ¿a toda persona le pasa que al llegar a cierta edad—alguna, cualquiera que esa sea—deja de soñar con encontrar a su media naranja y se conforma con hacer (d)el amor de forma más simple y sin ataduras? ¿Es este es el nuevo realismo que hemos de aceptar?

Pues yo no soy realista, en ningún aspecto, en ningún ámbito de mi vida, le guste a quien le guste. Lo acepto, con respecto al amor soy una hopeless romantic, que sigue soñando con encontrar al príncipe azul, a quien le encanta recibir un rosa y guardarla en un libro, que gusta de pintar la vida de rosa y disfruta flotar de nube en nube cuando Cupido atina con su flecha. Así como me niego a aceptar que el amor pueda resumirse a cuestiones químicas, también me niego (o negaba) a entrar a ese nuevo mundo del amor a medias, con conformismos y sin esa chispa de cursilería que lo hace tan especial.

El problema es que no siempre podemos resistirnos… El ámbito corrompe, siempre lo he dicho y tristemente hasta en el amor puede ser cierto. Y entonces llega un día en el que terminas besando al individuo que acabas de conocer en la fiesta; después, el día en que amaneces en una cama ajena sin siquiera saber el apellido de tu acompañante y, finalmente, quizás llegue el día en que dejas de creer en el amor. Es un proceso por el que atravesamos sin siquiera darnos cuenta. A los 13 años, un beso es muy importante, aún conserva su significado… algunos años después, un beso es eso: sólo un beso… pareciera que tenemos muchos guardados en la boca para regalarlos a cualquier postor, no al mejor, no al que verdaderamente lo merezca. ¿Estamos condenados a que pase lo mismo con todo el amor que tenemos para dar? ¿Y si resulta no ser una reserva eterna y sucede que cuando llega el indicado ya no estamos en condiciones de poner todo de nuestra parte? ¿Será posible llegar al punto de ni siquiera creer que exista “el indicado”?

En un momento clave de mi vida, viviendo una etapa irrepetible, aprendiendo lecciones cada día y (re)descubriéndome en infinidad de aspectos, el artículo del New York Times cayó como anillo al dedo. Esta semana me sentí como en una escena de Sex and the City y, sin contar Nueva York y los Manolo Blahnick, no es esa la forma en que quiero vivir el amor. ¿Es aún tiempo de dar marcha atrás? ¿Aún es posible que unos tragos entre amigos y una primera cita sean cosas completamente diferentes o estamos condenados a pasar de una cosa a la otra sin darnos cuenta? Hoy hay muchas preguntas en mi cabeza… la única respuesta: aún creo en el amor, cual una niña llena de ingenuidad y esperanza, y me rehúso a convertirme en una “persona adulta” en ese aspecto.

1 comentario:

  1. Uy mi niña.
    Si eso es la adultez ahora, me encogería para no crecer. Eso no es adultez, es vaciedad y ser shallow. Es mundanez vil. haría como el protagonista de El tambor de h0jalata y me quedaría niña.
    No lo creo, hay la verdadera aldultez, que es simplemente responsabilizarte de TU vida, de TU tiempo, incluyendo tu casa, tu comida, tu trabajo etc. pero sin dejar de divertirte, que el concepto de adultez como amargadencia y seriedad total siempre lo he rechazado y cuando me hice adulta (creo que ya me hice) conservé un enorme porcentaje de mi niña interior que es exterior.
    No es a huevo esa adultez gringosa y superficial que describen en el artículo y, la verdad, miedo me daría que te identificaras realmente con ella. Tal vez estés influenciada como dices por el ambiente.
    Te quiero, chamaca
    Lore alias tu tía

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