C'est moi



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miércoles, 28 de octubre de 2009

Pintando rayas claras

We learn to be right and to make everyone else wrong. The need to be right is the result of trying to protect the image we want to project to the outside. We have to impose our way of thinking, not just onto other humans, but even upon ourselves.


Dicen que cada cabeza es un mundo… y estoy completamente de acuerdo con ello. El problema es que todos esos mundos deben convivir y relacionarse en vez de permanecer cada uno girando en su propia órbita. Hay mundos con los que somos más afines, otros que nos interesan, algunos que nos gustan más de lo debido y muchos que jamás desearíamos explorar; hay mundos que nos hacen sentir bien, otros que nos motivan a aprender más y asumir nuevos retos, algunos que parecen permanecer estáticos hasta el momento en que se les necesita y muchos que insisten en meterse en medio y forzarnos a cambiar de órbita. Si la Tierra no ha chocado contra Marte en miles de millones de años, ¿por qué los seres humanos se empeñan en colisionar en cada oportunidad que se les presenta? ¿En qué momento se volvió una necesidad estar en constante alerta y toreando posibles amenazas que puedan presentarse en nuestro camino? ¿De qué manera podríamos activar alguna fuerza opuesta a la gravedad que aleje a quienes se esmeran en criticarnos?

Ayer mi hora de la comida fue aderezada con suposiciones insostenibles, acusaciones infundadas y preconcepciones injustificadas (sí, muchos “in”). Los comensales en mi mesa sugirieron, en repetidas ocasiones, que bajara la voz, pues mi defensa había comenzado a ser un grito constante. Lo siento, no puedo quedarme callada. Soy de esas personas que gritan cuando no las dejan hablar y, más aún, cuando cuestionan cualquier palabra que salga de su boca. Sin embargo, mis gritos no se dirigen tanto a defender mis puntos de vista, sino a abogar por algo mucho más grande y que cualquier persona con un mínimo de sentido común debería defender: el respeto. No quisiera hacerlo, pero en este punto no puedo más que citar a Juárez (obra del gran sistema educativo mexicano que nos mete esta célebre frase hasta por debajo de la almohada): “el respeto al derecho ajeno es la paz”… o la oportunidad de no amargarse una comida de por sí mala.

He de aclarar que disto mucho de ser sociópata; me encanta rodearme de gente, platicar, convivir, compartir experiencias y escuchar diferentes puntos de vista. No obstante, me caracteriza la tolerancia y, como buena liberal, estoy convencida de que cada individuo es libre de pensar y actuar como le plazca. Tampoco estoy en contra del activismo social, de que una persona sea libre de pregonar sus creencias e incluso de que intente convencer a los demás. Sin embargo hay algo que nunca he tolerado y jamás voy a tolerar (trauma de mi infancia, probablemente) y es que alguien me diga: “tú estás mal”, así, sin más, sin argumentos convincentes ni explicaciones bien fundamentadas. Si de eso se trata, que tal que mejor contesto: “no, tú eres el que está mal”… y a ver a dónde llegamos con eso.

La tolerancia no significa debilidad del pensamiento; la intolerancia, por el contrario, muestra, al menos desde mi punto de vista, una gran inseguridad y la incapacidad de aceptar que nuestras ideas no rigen al mundo, lo cual al final de cuentas significa la total negación de una de las principales características de nuestra humanidad: la convivencia en sociedad. No se trata de estar siempre de acuerdo, sino de aceptar que hay otros puntos de vista, los cuales son válidos por más opuestos que sean a nuestra forma de pensar. Y, en todo caso, si la forma de pensar y de vivir de alguien más nos parece la estupidez más grande el planeta, lo mejor que podemos hacer es pintar nuestra raya y seguir cada uno por su camino. No es del todo ingenuo pensar que nuestros argumentos pueden cambiar las ideas de alguien más, siempre y cuando sean eso “argumentos” y no acusaciones al aire, fuera de contexto, falsas en muchos casos y completamente inútiles.

Respeto, a este respecto, significa para mí la oportunidad de que cada quién piense lo que quiera y actúe en congruencia. Yo intento practicar este credo, ¿y los demás?

1 comentario:

  1. o sea, dices que cada cabeza es un mundo, de acuerdo, pero ponte a ver que hay cabezas que no son un mundo sino un INMUNDO lleno de taradeces o cerrado a pidra y lodo con sus ideas enquistadas casi siempre sin bases. Lo peor es cuando esas cabezas repiten sus "razonamientos" que no son sino consignas de loro, onda perredistas. Con esos mundos inmundos... alejate y cuéntaselo a quien más confianza le tengas (por ejemplo tu tía Lorena) :PPPpp

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