C'est moi



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miércoles, 29 de abril de 2009

Tres palabras

Hace tiempo, durante un viaje en una tierra mágica para mí, leí unas cuantas líneas que se quedaron en mi memoria. Esas palabras deciden aparecer repentinamente en algunas circunstancias para recordarme mi humanidad, mis fortalezas y mis limitaciones. Entre festejos truncados y epidemias, este fin de semana fue uno de esos momentos en que las líneas que leí hace un par de años aparecieron nuevamente ante mí.

Dios (aunque puede ser cualquiera… el destino, la fuerza motora del universo o lo que gusten): dame la serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar; el coraje para cambiar lo que sí puedo; y la sabiduría para distinguirlas.”

Cualquiera que me conozca un poco sabe el gran berrinche que puedo hacer cuando algo no sale como yo quiero. Pero, sin temor a equivocarme, puedo decir que no soy la única persona con esta particularidad. Todos, siempre, tenemos expectativas, sueños, metas, deseos y, a veces, obsesiones, que nos gustaría cumplir y vivir tal y como las imaginamos. Y todos hemos experimentado la decepción de tener que aceptar que nuestras manos no son las que mueven el universo. Así es la vida y así es este mundo, del que sólo somos una parte diminuta.

En ese gran todo al que pertenecemos, hay infinidad de cosas sucediendo cada segundo y que de alguna forma nos incumben y nos afectan. El problema comienza cuando tenemos que mezclar las tres palabras: serenidad, coraje y sabiduría, pues por lo general una nos falla. Podemos identificar algo que está en nuestras manos cambiar y no encontrar el coraje para hacerlo. O, probablemente, la sabiduría nos ha fallado y entonces nos encontramos invirtiendo gran cantidad de esfuerzo en cambiar algo que, sin importar el empeño que pongamos, continuará un camino que no podremos modificar. De la serenidad… entre más deseamos algo más crece nuestra ceguera para resignarnos a que es algo que excede nuestro poder de acción e influencia.

Pensando al respecto, creo que la justa cantidad de serenidad, coraje y sabiduría es lo que definiría a un ser humano exitoso (desde mi punto de vista). Se trataría de alguien que se conoce, que sabe cuáles son sus capacidades y limitaciones, que está listo para emprender cualquier lucha que valga la pena y dar todo de sí en ella, que sabe en qué momento detenerse. Y si a todo esto agregamos una pizca de diversión, probablemente podremos hacernos la vida más llevadera, lograr nuestros sueños y disfrutar la subida de nuestra montaña personal hacia el éxito. Quizás el primer paso para ello sea buscar algo de serenidad, coraje y sabiduría para dejar de sentirnos amos del universo y dedicarnos a desempeñar el papel que nos ha sido asignado, no más y, definitivamente, no menos.

1 comentario:

  1. De acuerdo contigo, prima, una vez más. Una de mis metas en la vida (de tantas) era ganar dinero de los impuestos ajenos, lo logré. El siguiente paso es hacer que esos ingresos se eleven, ya sea por impuestos o por fabricación clandest... artesanal de alcohol.

    Algunas de las metas que veo más difíciles de lograr: Nalguear una morsa (es difícil pero la intención es sobrevivir al encuentro; aún más difícil) Comer salmón con un esquimal (aunque prefieren ser llamados "personas") Y escalar catedral como hombre mosca en ropa interior y capa de luchador.


    PS: Me gusta tu amiga

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