C'est moi



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viernes, 12 de junio de 2009

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—Señor, ¿tiene usted hijas? ¿hermanas? ¿sobrinas? ¿nietas? Piense por favor en alguna mujer, alguna jovencita a la que usted tenga un mínimo de respeto y cariño. Ahora piense en lo que siente esa mujer cada vez que un viejo rabo verde como usted le lanza miradas lascivas y le dice frases obscenas, tal como usted acaba de hacer conmigo.


Lástima que esas palabras se me ocurrieron un minuto después del insulto y no en el momento preciso. Me hubiera gustado ver la cara del tipejo; ver su expresión cuando una mujer (entre las muchas con las que se ha de topar al día) lo enfrenta y le hace ver lo ofensivo de su actitud. Más me hubiera gustado ver la cara de los otro cinco sujetos con los que se encontraba y poder dejarlo en ridículo frente a ellos. Sé que probablemente me hubiera arriesgado a más insultos, a más miradas; pero también sé que tendría la satisfacción de no haberme quedado callada, de no haber permitido que pisotearan mi dignidad de mujer.

No se vale… No se vale que por traer una falda bonita con unos tacones altos y querer caminar un par de cuadras para ir por un café se tenga que soportar ese tipo de actitudes. Más allá de la ofensa (a la que siempre se pueden prestar oídos sordos) me molesta el sentimiento de impotencia, el tener que poner cara seria y hacer como que no escuchamos, el tener que quedarse callada porque corremos el riesgo de que nos vaya peor si respondemos, el tener que seguir caminando y tragarnos todo el insulto, el coraje y las posibles lágrimas.

Por eso he decidido que la próxima vez abriré la boca y haré que el individuo piense en todas las mujeres que conoce (por lo menos la madre que seguro tiene). Ese tipo de hombres no están acostumbrados a las respuestas; tal como los ladrones, su mejor herramienta es el factor sorpresa. Cuando una mujer está preparada para quitarle su arma principal, es posible que el que se quede sorprendido sea el asqueroso individuo… Y con un poco de mucha suerte, se acordará de esas palabras cada que quiera volver a faltarle al respeto a una mujer.

1 comentario:

  1. Nena, por más que pretendas educar a esos nacos, es imposible. Si les dices algo se reirán de tí con su obsceno y soez humor, te lo aseguro. Mejor aprovecha cuando no vayas sola sino con amigas. la Paca y yo deciamos: "mira ese viejito, me recuerda a mi abuelito" y la otra decía "sí pero tu abuelito no andaba molestando a las muchachas" Claro, apuntando al viejoraboverde. Otra es decir: "mira pobre viejito, ya no se le ha de parar" y la otra contestar "ay si, ademas está bien gacho, pobre". Cosas así.
    Porque eso de apelar a sus mamás solo sirve en plan mentada, palabra scout!

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