C'est moi



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lunes, 18 de mayo de 2009

¿Enseñanzas legendarias?

Desde que tengo memoria he escuchado básicamente un consejo de mi madre en lo que respecta al sexo masculino: “date a desear.” Complementando este consejo con algunas opiniones más, la lógica va más o menos así: los hombres tienen un gen cazador, lo que significa que si consiguen a la presa rápido, perderán el interés a la misma velocidad; en cambio, entre más complicada parezca la cacería, más desearán llegar al objetivo. En teoría tiene sentido y suena como algo fácil de hacer, pero en la práctica resulta mucho más complicado… para mí por lo menos. Cualquier persona que me conozca un poco sabe que soy una hopeless romantic que gusta de flotar por las nubes y soñar con la perfección todo el tiempo. De hecho, he llegado a pensar que si fuera hombre sería un excelente cazador pues, cuando alguien me interesa, no hay un solo segundo en que no se me llene la cabeza de ideas originales para mostrarle mis intenciones… o, en su caso, cosas que me gustaría que él hiciera por mí.

El otro día escuchaba una canción que había estado olvidada en mi biblioteca musical por mucho tiempo. Para variar, hubo una frase en particular que me dejó pensando: “how obvious should a girl be?” De verdad es algo complicado. Se supone que vivimos en el siglo de la liberación femenina, en donde ya no hay nada de malo en que una mujer invite a un hombre a salir o ponga la iniciativa en la relación; sin embargo sigue habiendo quien aconseja lo contrario. Y es que ambas cosas funcionan, pero creo que con diferentes niños, lo cual constituye la cereza del pastel en el mar de complicaciones. Hay niños a los que definitivamente hay que darles un empujón, mientras que a otros es mejor dejarlos esperando un poco para lograr que no pierdan el interés. El mayor problema es distinguirlos y saber qué hacer en cada momento. Y he aquí una gran ventaja de los hombres sobre las mujeres pues, al menos en mi concepción, jamás se verá mal que un hombre invite a una mujer a salir… lo que sí puede suceder en el sentido inverso.

Mi duda, entonces, es saber cuándo es demasiado. ¿En qué momento se pasa de la sutileza a la obsesión? ¿Cuándo se confunde el interés con un grave síndrome de stalker? ¿Cómo saber si estamos siendo demasiado atosigantes o, si por el contrario, hay que seguir actuando? ¿Qué tanto tiempo hay que esperar antes de poner la iniciativa? ¿Cuándo es obvio que no hay interés y que más nos conviene mirar hacia otro lado?

Hace un par de meses, una tía me dio un consejo que ha resultado muy valioso y ha logrado hacer mi vida verdaderamente divertida. —Mira—me dijo—tú, ahora, tienes que ser como Jesucristo y sólo decir “dejad que los niños vengan a mí”—. El problema es cuando son muchos los niños que vienen y van y la paciencia se empieza a agotar cuando queremos encontrar al que debe quedarse… cuando creemos que ya está afuera de la puerta, pero aún no se decide a llamar.

2 comentarios:

  1. Creo que ahí tenemos una ventaja. Los hombres, o cazadores, como dices, sabemos ir a atrapar un conejo, un venado, una gacela, un pato o una pinche trucha. Si quieres atrapar un conejo, deber ir a buscarlo en compañía de uno o varios perros (llámese: salir con amigos a ver qué “cae”) Si vas por un venado, debes trepar a un árbol o esperar escondido entre algunos matorrales hasta tener la oportunidad de buena visión y disparar (típico wey que te esta mirando un ratototototote y después de un rato llega a saludarte; como cuando tus amigas fueron al baño o a hablar por telefono) Las gacelas se cazan casi del mismo modo, aunque son extremadamente rápidas, hay que perseguirlas un poco, eventualmente se cansan y ceden (el wey que no te gusta mucho pero te convence por su perseverancia ) A los patos hay que imitarlos, hacer sonidos como los suyos, estar en los lugares que más les gustan, etc (El wey que va a donde tú quieres, habla “casualmente” de lo que más te gusta hasta que te atrapa o lo atrapas y después de un tiempo no resultó ser lo que parecía) A las truchas, bueno, sólo hay que esperar a que piquen (en el mejor posible sentido de la palabra)

    Ve cómo se comporta el cazador y ve que tipo de presa puedes ser o viceversa. A los hombres también les gusta ser cazados. A mi me gusta jugar al cazador o a la presa.
    Buena entrada. Saludos.

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  2. ¿Ser yo una presa y él un cazador? La compración es gacha, ¿no? Mira Destroyercita.. no quiero verme como presa ni pensar en el tío como cazador, y ya deja de darme razones para el suicidio. Es machista el concepto, ¿o no? Y si en lugar de buscar presas buscáramos compañía? Un socio para el negocio llamado vida? Y si hubiera (sueño guajiro) por ahí algún hombre que no se sintiera cazador? Y si lo encontraras? Más bien, si se encontraran él y tú? I love you, anyway

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