C'est moi



Je veux de l'amour, de la joie, de la bonne humeur... découvrir ma liberté... bienvenue dans ma realité.

lunes, 20 de junio de 2011

La ciudad y mis demonios

“Pero hay que saber llegar…”

Hace un par de meses escribí sobre la oportunidad de disfrutar la soledad y utilizar un pueblo entero como guarida para poner en orden mi cabeza y encontrar las fortalezas que me había permitido creer perdidas. La soledad, creo, cumplió su cometido; no obstante fue dura conmigo e implicó muchos momentos difíciles, lágrimas, tentaciones, dudas y unas ganas increíbles de mandar todo al demonio y regresar a mi zona de confort. Afortunada o desafortunadamente tuve que llevar el proceso hasta sus últimas consecuencias y retarme en formas impensables, hacer cosas de las que nunca me creí capaz y descubrir una nueva cara en mí que nunca me había dado la oportunidad de explorar. Cambié, cambié mucho… Regresé muy contenta con esos cambios y segura de que había avanzado un par de peldaños más en mi montaña, había superado muchos retos, había dejado muchas cosas atrás y estaba lista para seguir hacia delante, segura de mí misma y convencida de poder lograrlo todo.

El problema es que el mundo no cambió junto conmigo y al final tuve que regresar a eso que creí haber dejado atrás. Descubrí, con sorpresa y decepción, que no había superado nada, sino que simplemente le había dado vuelta. Mis demonios no había desaparecido, sino que se habían quedado esperándome en esta ciudad y listos para ponérseme en frente a mi regreso. Y esto ha sido la parte más complicada de todo este proceso: luchar por no retornar a lo que ya no es, ya no debe ser; pelear por conservar lo aprendido y no dejar que lo viejo me vuelva a envolver. Los demonios, al final, no se superan a kilómetros de distancia, sino en un combate de frente.

Y ahora es esa sensación constante de mal humor, de duda, de frustración, de miedo… Unas ganas constantes de regresar a mi soledad y quedarme ahí hasta estar segura de que los demonios se cansaron de esperarme y me dejarán volver tranquila. ¿Huir? ¿Eso es lo que estoy buscando? Nunca me ha gustado optar por el camino más fácil, pero siento que de no hacerlo perderé todo lo ganado en estos meses.

El otro día platicaba con un amigo al respecto y, cuando le conté todo lo que había descubierto de mí misma y los aspectos en los que me había liberado estando lejos, me dijo que el asunto es que mi mundo es aquí y no allá lejos. Tengo que encontrar la manera de que mi yo de allá encaje en mi mundo de aquí… el problema es que ahora no es un pueblo mágico, sino una ciudad desquiciada, un monstruo acelerado que nos obliga a vivir a su ritmo y bajo sus reglas. Y no quiero, me rehúso a dejar todo lo que descubrí que puedo ser y quedarme con lo que fui y con lo que los demás esperan que sea.

Y mientras mis demonios siguen frente a mí, me rodean y me cierran la salida. ¿Están esperando que los enfrente o simplemente pretenden envolverme y volverse a meter en mí?