C'est moi



Je veux de l'amour, de la joie, de la bonne humeur... découvrir ma liberté... bienvenue dans ma realité.

domingo, 29 de noviembre de 2009

When it's over, is it really over?

Mi mamá solía decirme que apenas cumpliera 15 años el tiempo parecería encogerse y escaparse de mis manos. Como con todo lo que dicen los papás, no le creí hasta que cumplí 15 y sus palabras resultaron proféticas. Desde entonces parece que cada año es más corto que el anterior, que cada etapa termina más rápido que la pasada y que cada vez tenemos más días en nuestro historial, sin saber exactamente en qué momento fue que se acumularon. El tiempo es extraño; puede encogerse cuando queremos que se alargue y alargarse cuando queremos que se encoja. Parece que no podemos hacer nada al respecto y que estamos completamente a merced de sus cambios de humor. No obstante, siempre queda la opción de aprovechar cada segundo y así evitar los “hubieras” en el futuro.

La semana pasada fue la de los “últimos”: último semestre, último seminario, última comida en la cafetería, última clase… Por fin llegó un día que se veía muy lejano; la primera de todas las líneas de meta que habremos de cruzar en los próximos años. Con una mezcla de emociones, entre alegría, tristeza y nostalgia, me sorprendí de ver lo rápido que pasaron estos años y me da pavor pensar en la velocidad con la que pasarán los que están por venir. El tiempo no parece suficiente para alcanzar todos los sueños y propósitos y, además, divertirse en el camino.

La conclusión de algo significa el inicio de algo nuevo; sin embargo prefiero verlo como una transición un poco más sutil donde no se trata de cerrar un capítulo y empezar uno nuevo ni de cerrar una puerta permanentemente. Prefiero ver el recorrido como un largo sendero en el que hay varias etapas, distintas y similares a la vez, en el que, a pesar de siempre ir hacia delante, no se niegue la posibilidad de mirar hacia atrás, recordar y volver a vivir. El extraño comportamiento del tiempo, ese que logra que los últimos tres años parezcan “ayer” y que “mañana” pueda equipararse al próximo año, tiene la virtud de mantener frescas en la memoria las primeras impresiones, las ilusiones, los objetivos, los sueños, los desafíos, las alegrías, las tristezas, las decepciones, los momentos de mayor sufrimiento y las satisfacciones que les siguieron… todo ello útil para hacer un balance cuando una etapa parece concluir.

Comúnmente se dice “esto no acaba hasta que se acaba”. ¿Cuándo llega ese momento? ¿Llega ese momento? ¿Las cosas acaban definitivamente? Si siempre tenemos la oportunidad de crecer, aprender, conocernos, retarnos, cambiar y, a veces, arrepentirnos, creo que nada “acaba”. Se trata, entonces, de un proceso de continua construcción que nos forma como personas a cada minuto. Estoy convencida: lo que somos hoy depende de lo que fuimos ayer, de lo que experimentamos, de las personas que conocimos, de lo que compartimos con ellas y de las veces en que llegamos a pelear. De esta forma, nada termina, nadie sale completamente de nuestras vidas, todos llevamos algo de alguien más, por lo que esas puertas jamás podrán cerrarse.

En esta semana de “últimos” no concluyo nada, solamente doy un paso más adelante. Me llevo algo de todos y espero haber dejado algo de mí en todos. Esto no acaba hasta que se acaba… y siendo como somos, creo que no acabará nunca.


jueves, 12 de noviembre de 2009

Choices

Recuerdo algún día del último año de prepa en el que, inmersos en la confusión, escuchamos gran cantidad de conferencias, consejos y pláticas de orientación profesional. Ese día un economista, vendiendo su profesión, definió la economía como “el arte de decidir qué hacer con los recursos que tenemos”. No estudié economía y en realidad no me gusta, pero debo admitir que esas palabras se quedaron en mi mente, aunque no para definir tan compleja ciencia social, sino para referirme a la, aún más compleja, vida. Hace un par de días, mientras fumaba en un descanso que decidí tomar después de haber corrido todo el día y cuando no estaba remotamente cerca de dejar de hacerlo, me puse a pensar al respecto. En realidad, las primeras preguntas que pasaron por mi cabeza fueron “¿qué necesidad tengo de estar aquí? ¿por qué debo ser ajonjolí de todos los moles? ¿cuándo podré estarme quieta? Y la respuesta vino sola: si no hubiera estado ahí en ese momento, corriendo, con miles de cosas en la cabeza y pidiendo al mundo que se detuviera para poder bajarme, estaría sentada preguntándome cómo sería estar corriendo y lamentándome por no hacerlo.

La vida está llena de opciones; es un recorrido en el que cada segundo se nos presenta una bifurcación en la que, forzosamente, hay que escoger un camino. Es imposible saber qué hubiera pasado si hubiéramos escogido el otro sendero porque, por más que lo imaginemos, jamás podremos estar seguros pues no lo vivimos, no lo sentimos, no lo sufrimos, no lo aprendimos y no lo disfrutamos. Lo que es seguro es que cada sendero significa una nueva lección, nuevos retos, nuevos conocimientos y, lo más importante, vernos crecer de formas que jamás hubiéramos imaginado. Hay senderos que nos llevan al reconocimiento, el mejor del cual viene de quien jamás lo hubiéramos pensado; algunos otros terminan en algún tropiezo o simplemente se quedan inconclusos como consecuencia de haber decidido tomar un camino nuevo.

La mayor complicación, a veces, no es escoger, sino creer que hemos errado en la elección y darnos cuenta de que, al menos en ese momento, no podemos dar marcha atrás, tirar la toalla, renunciar, deslindarnos de nuestras responsabilidades y sentarnos a contemplar cómo el mundo sigue girando. En esos momentos, en este momento, sólo queda redoblar esfuerzos y tomar, como dicen, al toro por los cuernos. Al final, afortunadamente, llega el tiempo de ver el fruto de nuestros esfuerzos y, con una sonrisa en el rostro, celebrar una experiencia más con todo lo que ella implica.

En este proceso de constantes elecciones, cambios y crecimiento, he llegado a pensar que todos somos economistas. Todos practicamos a diario ese arte de decidir qué hacer con los recursos que tenemos. Lo mejor de todo es que esos recursos, en términos económicos, son más flow que stock, pues cada nueva experiencia nos deja algo nuevo que, con toda seguridad, podremos utilizar la siguiente vez que decidamos asumir un nuevo reto, más grande, más difícil.

La vida está llena de opciones. Creo que es parte inherente de ser humano. Mi elección es estar en dónde estoy ahora, con planes, recuerdos, incertidumbres y retos. No sé qué nueva bifurcación se pondrá mañana ante mí, pero sé que jamás estaré quieta… por más que a veces sienta que debo bajar el ritmo, estoy conciente de que no es algo que en realidad quiera hacer. Mi elección es estar en movimiento, montarme en el tren de la vida y no quedarme en ninguna estación contemplando cómo se va sin
mí.